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Seguíamos los dos en TRAMA, en aquella gran cama. El se bajó y se paró junto a la cama. Me colocó a cuatro patas, o a perrito, a perrita más bien, pues eso es lo que era yo esa noche, su perrita. El espejo de la cama nos quedaba justo en frente, lo cual a mi me encantaba. Podía verle detrás de mí, mirándome el culo, mirándome a la cara a través del espejo.
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