
Lo malo de nacer en agosto, es que no hay ni Perry para celebrar el cumpleaños, da igual el día que sea, de milagro si hay algún pringado de la pandilla que ya se ha incorporado al trabajo con el que puedas quedar y ahorrarte el beber vino tu sola. Este año cayó en jueves y solo estábamos en Madrid Jorge, Macarena y yo. Jorge no podía quedar, por lo que Macarena y yo nos fuimos a la maravillosa azotea del Hotel Ginkgo, las dos tranquilitas y divinas, a disfrutar de las impresionantes vistas y de una rica, rica cena mientras recordábamos nuestro reciente viaje a París.
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