El de mi fantasía erótica con Carlos en la Cruz de San Andrés

La noche que pasé con Carlos en Trama VIP me dejó mala de deseo los días siguientes. Pero mala, mala. Tanto, que en cuanto tenía un momento de tranquilidad en casa me encantaba recordarlo y sentir como se mojaban mis bragas. Una de esas veces quise revivirlo acariciándome, tocándome. Sin más, sentada en el sofá, recosté mi cabeza, cerré los ojos y, sin quitarme nada, me desabroché el pantalón y metí mi mano, abriéndome paso como podía; no me lo iba a poner fácil desde el principio. Quería sentir la humedad por encima de mis bragas. Con la otra mano desabrochaba mi blusa y por debajo del sujetador pellizqué mis pezones.

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El de la fiesta BDSM en Trama VIP (I)

Ayer estuve en la fiesta BDSM que organizaban en TRAMA VIP. La verdad es que la noche se planeaba sencilla y poco a poco se fue poniendo interesante, incluso acabó con broche de oro, pero, empecemos por el principio.

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El de… sexo rápido en la recepción del hotel

Hoy os cuento un encuentro sexual corto, uno de esos polvos rápidos, pero ricos, intensos, que te pillan de sopetón, como se suele decir, aquí te pillo aquí te mato, y en este caso, lo de aquí te pillo literal, porque casi nos pillan. ¿O nos pillaron?

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El de… sexo en Nueva York

La llegada al Gran Hotel Inglés de Madrid de Magnolia Bakery me ha trasladado a Nueva York, recordando cuánto deseaba ir mientras disfrutaba de la serie de las series, Sex and the city, sintiéndome Carrie Bradshaw -en lo que a escribir, coleccionar zapatos y elegir mal a los hombres se refiere, porque en lo demás una tiene más que ver con Samantha Jones- y cómo no recordando cuando fui a esa maravillosa ciudad que sin duda alguna supera todas las expectativas. Mi corazón y yo sentimos que tenemos que volver.  

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El de… sexo como adolescentes

Hay canciones que se convierten en personas. Try de Pink eres tú. Siempre que la escucho retrocedo en el tiempo a esas primeras clases de spinning contigo. Yo estaba empezando y temía caerme de la bici y matarme, no podía pedalear a esa velocidad ocho arriba – ocho abajo- dieciséis arriba – dieciséis abajo…. Retrocedo a esos meses de tonteo cual adolescentes de instituto, a esas conversaciones a deshoras y a esos mensajes subiditos de tono típicos de… bueno, de todo el que tenga un teléfono móvil y una aplicación para chatear, y como no, retrocedo a aquella noche de verano de uno de esos pocos años que, sin querer, pasé en casa de mis padres, y que al final -por muchas otras cosas- resultaron ser maravillosos.

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