El de… alguien ha despertado mis deseos más ocultos

Volví a TRAMA VIP después de mucho tiempo. Rachel, de La Maleta de Rachel, celebraba allí su cumple. Cuando recibí la invitación no lo dudé. Pasaría a saludarla y a festejar un ratito con ella. Que se lo merece. Y genial, porque así volvía a TRAMA, que me apetecía ver a mis chicas, con permiso del manchego, a mis “Pepi-Luci-Bom”.  

Salí de la ofi y me fui para allá, con la idea de ir un ratito. Y así fue. Estuve un ratito, bueno, un rato… y os puedo decir, que, hay veces que un rato vale más que una noche entera. ¡Quién me iba a decir a mí, que en las apenas dos horas que estuve allí, iba a conocer a un hombre súper interesante! Es más, ¡quién me iba a decir a mí, que además, esa persona iba a despertar en mí deseos sexuales, algunos de ellos hasta ahora ocultos!

Llego a TRAMA y miles de besos y abrazos con mi querida Pepa en la entrada, y a continuación besos y abrazos a Rachel. Un poco de charleta. Alguna cara conocida… Presentaciones por parte de Rachel: que si mi pareja, que si mis amigxs, que si te acuerdas de fulanito… besos y más besos, y entre grupo y grupo de gente, un hombre solitario.

-A ti no te conozco. Dijo Rachel. -Soy Eduardo. E hicimos las presentaciones oportunas.

-¿Qué quieres tomar? Me decía Pepa desde la barra.

Me acerqué. -Pues viendo que hay gente bebiendo vino, me sumo al vino. Ribera si puede ser. Mientras me servía el vino, pensaba que me gusta el ambiente que hay en TRAMA. La gente tomando algo en la barra, charlando, sin prisa por desaparecer en las habitaciones. Disfrutando de la charla, de la música, de las copas… El atuendo de algunos era el propio del de alguien que sale a tomar algo, y el de otros, incluido el mío y el de Eduardo, que iba con su traje y su corbata azul, el de alguien que acaba de salir de la oficina. Por un momento me acordé de esos fantásticos clubs de las series americanas de abogados que a mí me gustan, que después de un día duro de trabajo, se reúnen los de siempre a tomar un trago. Este podría ser nuestro sitio de siempre de peli para desfogar -bueno, y desfogar sexualmente hablando, que los de las series no son así-.

Y entre pensamiento y pensamiento, allí estaba. Junto a Eduardo. Así lo quiso el movimiento de la gente, ese ir y venir que te va cambiando de sitio. Y la Pepa. Ay! La Pepa. Que no sabe ná.

-Uy! Si no estáis comiendo tarta. Venga, ¿de qué la queréis?. ¿De chocolate? ¿De caramelo? -De chocolate. Dije yo. Que queda muy bien con el vino tinto. Y allí empezamos los tres a hablar de chocolate, de vino tinto, y la Pepa, ay! La Pepa, que ya os he dicho, no sabe ná. -Y tú, ¿no te has leído los relatos de lujuria compartida? Le decía a Eduardo mientras me apuntaba sutilmente con el dedo. La verdad es que la voy a nombrar mi representante.

-No. dijo Eduardo. Contadme. Y nada, le empezamos a contar. Bueno. Le conté yo, más bien. Lo del blog, que los relatos que escribo son vivencias personales, y, de mis modestos relatos, pasamos a la literatura erótica, la de siempre, y la que está ahora de moda.  Hablamos de varias sagas eróticas, entre ellas, algunas que tenían que ver con el BDSM, como “Amos y mazmorras” (los tres primeros son suficiente) y del horrorosos -según nuestro criterio- Sr. Grey.

Y hablando de los libros, del BDSM, de que hay gente que lo practica cien por cien en todos los ámbitos de su vida, un estilo de vida, que diríamos; Eso que dicen 24/7 y luego otras muchas, que les gusta practicarlo en la cama, sin ir “más allá”; entonces, Eduardo me dice, que él practica BDSM (no de manera 24/7), y que hay también sitios especializados para practicarlo (mazmorras). Imaginaos yo, y mi sed de conocimiento. A-lu-ci-nan-do.

Yo le conté, modestamente y a modo de anécdota, obvio, cuando me dejé atar a la cruz de San Andrés, en una especie de “taller de aprender a atar y a azotar”, porque a mi todo me llama la atención, y que eso despertó en mí ciertas fantasías.

Cada vez me sentía más a gusto hablando con él. La conversación era cada vez más interesante y estoy segura de que la temperatura estaba subiendo. La mía por lo menos.

Pero yo me marchaba ya.

Sacamos los móviles y le envié por mail el enlace a mi blog, esperando que los leyera y por supuesto, esperando que le gustaran. Y esperando también… volverlo a ver.

Me despedí de Eduardo, de Rachel y de Pepa y dejé TRAMA esperando volver muy pronto y caminando hacia la boca de metro, iba pensando en lo bien que estaba con Eduardo, si había hecho bien en irme y que iba excitada.

Una vez en casa, me preparé para irme a dormir, y ya en la cama, desnuda para combatir el calor, los recuerdos de la conversación se iban convirtiendo en pensamientos, los pensamientos en fantasías. Me sorprendí pensando, una vez más, en el BDSM. ¿Sería tan bueno como dicen? ¿Te excitaría tanto o más que cuando lo lees en esos libros?

Empecé a pensar en Eduardo y a preguntarme si tal vez, llevaba corbata no porque viniera de la oficina, sino porque, le podría venir bien para sus juegos. Esa idea me fascinó, y mientras pensaba, o imaginaba, fantaseaba al fin y al cabo, notaba como subía mi temperatura.

El sueño entraba en combate con el calentón. Quería dormir pero no podía dejar de pensar en ello. Llevé mis dedos a mi coño. Estaba más húmedo de lo que creía. Empecé a acariciarme mientras imaginaba a Eduardo allí, conmigo, quitándose la corbata y tapándome los ojos con ella, o tal vez me ataría las manos. ¿Cuántas cosas se pueden hacer con una corbata? Yo pellizcaba mis pezones con una mano y con la otra frotaba mi coño sin descanso mientras fantaseaba con las diferentes posibilidades. Todas me venían bien. Mis ojos vendados mientras sentía su lengua recorriendo mi cuerpo, comiendo mi coño, pellizcando y mordiendo mis pezones. Qué placer tan intenso. Cada vez quería más. Notaba que mi orgasmo estaba cerca y me acomodé mejor para poder introducirme los dedos en mi vagina. Mi fantasía ya era una sucesión de imágenes: mis manos atadas con la corbata, azotes; Mis dedos entraban y salían cada vez con más energía; Caricias, azotes, besos, follada, follada por detrás; Me veía suplicándole más mientras mis dedos me llevaban a un intenso orgasmo.

Me corrí.

Me dormí pensando en todo ello.

Pasó la semana y de vez en cuando pensaba en todo esto, en Eduardo, en sí habría leído los relatos. Pensaba que me apetecía volverlo a ver, para charlar de temas eróticos y “lo que surja”. Pensé que el jueves volvería a TRAMA. Seguro que nos veríamos. Pero pensé: con la suerte que tienes… mejor escríbele.

Le escribí. Quedamos para ese jueves en TRAMA. Un beso y un azote, me dijo. Me derretí.

¿Se puede tener más sado-clase?

Ese jueves fue mi primera toma de contacto con el mundo de los besos, las caricias, los azotes y el castigo. Ahí lo dejo… Para el próximo relato.

Con tu permiso Eduardo:

Un beso y un azote a todos.

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