
La noche que pasé con Carlos en Trama VIP me dejó mala de deseo los días siguientes. Pero mala, mala. Tanto, que en cuanto tenía un momento de tranquilidad en casa me encantaba recordarlo y sentir como se mojaban mis bragas. Una de esas veces quise revivirlo acariciándome, tocándome. Sin más, sentada en el sofá, recosté mi cabeza, cerré los ojos y, sin quitarme nada, me desabroché el pantalón y metí mi mano, abriéndome paso como podía; no me lo iba a poner fácil desde el principio. Quería sentir la humedad por encima de mis bragas. Con la otra mano desabrochaba mi blusa y por debajo del sujetador pellizqué mis pezones.
Mientras me acariciaba, el recuerdo de lo vivido se mezclaba con las fantasías de lo que, inconscientemente, quería que sucediese en nuestro próximo encuentro, y cuál fue mi sorpresa cuando descubrí que éstas iban más allá de querer follar o formar parte de una orgía, o compartir, es decir, de todas esas cosas más o menos “básicas” que surgen cuando vas a un club swinger, sino que esta vez mis fantasías iban un poco más allí, y nacían de mi breve experiencia en la cruz de San Andrés la noche en que conocí a Carlos.
El haber estado atada allí y lo que vi y viví después con aquella pareja me hizo desear experiencias nuevas, hasta ahora desconocidas para mí.
Nos imaginé entrando en TRAMA. – Hoy vamos a hacer algo diferente. Le dije. Vamos al cuarto oscuro. Quiero que me ates en la cruz de san Andrés, que juegues conmigo, y que me ofrezcas a quien quieras: hombres, mujeres. Que les digas lo que tienen que hacerme.
Atravesamos la cortina y, al igual que en los sueños, que empiezas partiendo de la realidad pero poco a poco todo pierde sentido y el sitio donde crees estar no es como debería ser o ni si quiera estás allí, aparecimos en un sitio diferente; Mi imaginación nos quiso llevar a uno de esos cuartos rojos, que seguro he visto en algún club, o he imaginado alguna vez, que están llenos de mobiliario y objetos BDSM.
Carlos me ató a la cruz y me vendó los ojos. Yo llevaba uno de esos cuerpos de cuero de tiras, que se aprietan a tu cuerpo dejando las tetas libres, bien marcadas. Un tanga de cuero, unas medias de rejilla y unos tacones negros de aguja.
Mi calor iba en aumento y mi mano ya estaba dentro de mis bragas. Me frotaba el coño con suavidad mientras me imaginaba atada a la cruz y a Carlos susurrándome al oído lo mucho que le gustaba verme así, sometida no solo a él, sino a quién él quisiera.
Empezó a azotarme el culo despacio. Primero una nalga. Después otra. Se agachaba y me lamía las nalgas. Subía lentamente y con su lengua me besaba la espalda, me lamía el cuello. Mi coño cada vez reclamaba más atención por mi parte, pero mi fantasía iba cogiendo forma y sabía que si seguía masturbándome me iba a correr en seguida, y no quería; Quería seguir fantaseando.
Cada vez me excitaba más imaginar a Carlos ofreciendo mi cuerpo. Imaginé a una pareja jugando conmigo bajo sus órdenes; Carlos guiando la mano de la chica hacia mi coño, y al tío pellizcando mis pezones mientras Carlos me susurra al oído lo puta que soy. Cada vez estoy más encendida. Empiezo a retorcerme en el sofá y a pellizcar mis pezones con fuerza. Ahora sí tengo que quitarme ya los pantalones porque mi coño empieza a dolerme de placer y siento una gran necesidad de meterme los dedos.
Me quito deprisa el pantalón y las bragas, y me abro de piernas apoyándolas en la mesita que tengo delante. Solo me paso un dedo por el coño y es suficiente para que suelte un fuerte gemido. En mi cabeza, Carlos sigue animando a gente a participar y a decirme cosas.
-Podéis tocarla, a mi chica le gusta mucho tener varios dedos en su coño, y siento como dos tíos me meten sus dedos. Yo no los puedo ver, pero Carlos me dice al oído lo empalmados que están, y lo mucho que les gusta mi coño. Carlos les deja que me lo laman; me quita por fin el tanga y los tíos se turnan para lamerme el coño.
Yo ya me estoy frotando el coño en círculos con cuatro dedos, mientras imagino esas palabras de Carlos en mi oído. Es tanto el placer que siento de imaginar a esos tíos disfrutando de mi coño, y a Carlos de ello, que es como si sintiera que mi coño cada vez se hace más grande y yo no diera abasto a tocármelo.
Los tíos se retiran y Carlos me sujeta. Me desata y me recuerda lo puta que estoy siendo esta noche. Me pone contra la pared y me separa las piernas.
-Ahora vas a sentir mi polla. Y empieza a follarme duro mientras me azota las nalgas.
Mis dedos entran y salen de mi vagina que está empezando a chorrear.
-Mójame las pelotas como haces siempre.
Mientras me meto y me saco los dedos fuertemente, con la otra mano me froto el clítoris. Hago un esfuerzo por no cerrar las piernas y mantenerlas bien abiertas. Toda yo está en mi coño. Es brutal el placer que me estoy provocando, que me está provocando Carlos con sus embestidas y sus azotes, con sus palabras sucias.
Siento un orgasmo enorme y dejo de frotar y de pellizcarme el clítoris. Me saco los dedos, que parecen haberse quedado atrapados por las contracciones del orgasmo y al sacarlos me viene otro y chorreo.
Le he mojado las pelotas como a él le gusta.
Quiero vivir mi fantasía.