El de la fiesta BDSM en Trama VIP (I)

Ayer estuve en la fiesta BDSM que organizaban en TRAMA VIP. La verdad es que la noche se planeaba sencilla y poco a poco se fue poniendo interesante, incluso acabó con broche de oro, pero, empecemos por el principio.

La fiesta consistía en una exhibición BDSM-SHIBARI; Yo, que soy ajena a todo esto, no tengo ropa o lencería de cuero, ni de latex. He de reconocer, que mientras buscaba inspiración en Internet sobre qué ponerme, no solo de ropa o lencería sino de complementos, descubrí que hay collares, pulseras, que según el símbolo que lleven, ponen de manifiesto que eres sumisa. Si te va más el rollo domina, hay muchas opciones para inspirarse. En fin, que traté de buscar algo que no desentonara mucho y darle mi toque y mi propia visión conceptual sobre el tema al estilismo.

Opté entonces por un vestido negro de tirantes, muy escotado, sencillo, pero con una franja de cuero en la cintura y otra cruzando el pecho, y bordeada de pequeñas tachuelas doradas. Bajo el vestido, un conjunto de lencería negro de raso, que bueno, puede dar un poco el pego -de noche todos los gatos son pardos- y simular un poco el aspecto del cuero. Medias cortas, pero esta vez sin ligueros. En los pies, unas sandalias con mucha plataforma y tacón altísimo, de color claro con puntas y tachuelas doradas.

Uñas negras, maquillaje oscuro para los ojos y labios rojo intenso.

Llegué pronto. Apenas había gente. Poco a poco fueron llegando y la verdad, que los chicos sois muy aburridos, eh? Las chicas, quien más quien menos, hacía un guiño al BDSM con corpiños de cuero negro, algún accesorio…

Por fin comenzó la exhibición. La hicieron en el cuarto oscuro, iluminado para la ocasión, por lo que había que entrar de pocos en pocos. Yo pasé con dos chicas que también iban solas, y dos o tres parejas. Nos agolpábamos ante nuestro profesor de ataduras, -por cierto un tipo monísimo…- y probó con nosotros, con una cuerda fina, larga, como hacer posibles nudos para a modo de esposas, no poder mover las manos. Como la cuerda era larga, daba la opción también, si se quería, de poder atar los pies, y algún posibilidad más.

En el cuarto oscuro hay una sado-cruz de San Andrés, con esposas para los pies y las manos que se ajustaban con velcro. La cruz es de color blanco, como acolchada… El profesor necesitaba un voluntario para poder poner en práctica sus técnicas de azotar. Nos explicó que había tres códigos que iban por niveles de dolor -o al menos así lo entendí yo-: verde, todo va bien, puedes subir la intensidad, amarillo ya es para tener algo de cuidado y el rojo significa que ya se ha llegado al límite. Y también, que si había fustas, palas, se podía azotar con la mano, nos enseñó como hacerlo. Pero claro, para eso, tiene que haber un conejillo de indias: pues yo misma. Porque si no vas a participar, para que has venido a la fiesta…

Me mandó quitarme el vestido. Claro, no es lo mismo pegar en carne que no. Me bajé la cremallera y me quedé en lencería y subida al plataformón.

Me posicioné en la cruz y me ataron las manos. Los pies, no lo consideraron necesario… Allí estaba yo, expuesta, culo en pompa a todos los allí presentes.

El profesor, primero me azotó una de las nalgas, la derecha, concretamente, con una pequeña palita de azotar (por lo que luego me dijeron, porque yo, de espaldas, que tampoco quería mirar mucho, pues eso, que no me enteraba). Picó un poquito, pero bueno, nivel verde.

Ay amigos! Lo peor vino después. Yo de primera pensé que estaba chocando una pala con toda su fuerza en mi culo, esta vez en mi nalga izquierda, pero no… me pegaba con la mano. Me dio un azote, que ya entiendo porque te atan… ¡para que no te caigas! Del impulso me fui hacia adelante soltando un grito que para qué. En mi caso, eso ya era nivel amarillo. Será que una aguanta poco.

¿Alguien quiere probar? – Dijo.

Se acercó una chica, y me dio un azotito, suave…

-No es así. Le digo el rey de los azotes. Le enseñó a colocar la mano y le dijo: repite. La madre que la parió. Nada que ver con la fuerza de él, pero mi culo empezaba ya a estar rojo. ¡Si es que me daban siempre en el mismo sitio! (Consistirá en eso, digo yo…).

Y para rematar la exhibición, el último azote demostrativo que me dieron a traición.

Allí seguí un poco más, exhibiendo mi azotado culo de color rojo, hasta que le pedí a una de las chicas que por favor me soltara.

Fue cuanto menos excitante, pero vamos, nunca digas “de esta agua yo no bebo” ni “esta polla no me cabe”, pero no creo yo que me dedique a esas prácticas, salvo que sea yo la que reparte candela.

La exhibición continuó un rato más… De vez en cuando me asomaba a ver cómo iba la cosa, pero nadie se animaba a ponerse en la cruz de San Andrés. Ya observé, que muy liberales todos pero algún “tu no te pones ahí enseñando el culo” también escuché. Ahí lo dejo.

Aún así, creo que la gente se animó en la intimidad. Una vez acabado el show, entré en el cuarto oscuro -que ya volvía a ser oscuro- y vi como una chica estaba atada a la cruz. Llevaba un corsé -que luego pude descubrir que dejaba los pechos al aire- y una faldita muy corta, que su chico levantaba para azotarla.   

Algunos de los azotes que la propinaba, por los gritos y los movimientos bruscos de la chica (que antes había vivido yo), debían de picar bastante.

-Acércate. Me dijo el chico. Puedes hacerlo tú también. Pégala.

Le di un cachetito. Primero porque no se pegar y segundo porque… bueno, que simplemente le di un pequeño azotito con la mano.

Ella estaba sumisa. Su chico me daba órdenes a mí. Por lo que yo también era sumisa a las órdenes de ese chico de susurros sugerentes.

-Acaríciala. Donde quieras. Me dijo. Yo le acaricié las nalgas -tal vez, inconscientemente, para aliviar o compensar los azotes de él-. Le acaricié los brazos.

-Tócala los pechos y dile lo zorra que es, que le gusta mucho que se lo digan. Y se dirigía a ella: -A que sí cariño. A qué eres muy zorra.

Yo alucinaba, pero a la vez me parecía super excitante.

Así lo hice. Tenía los pezones super duros. Estaba claro que estaba súper excitada.

-Hazlo sin miedo que le gusta. Me dijo su chico. Métela los dedos en el coño y mira como está.

La tía estaba súper húmeda.

Detrás de mi había un chico, me retiré para que jugara con ella.

Me fui.

Tal vez me tenía que haber quedado a seguir jugando. Ahora pienso que tal vez ponga yo en práctica un juego así. Atada a una cruz, por mi amante, y disfrutar del placer producido por otros hombres, o mujeres, a sus órdenes.

Me subí al piso de arriba y me senté a ver como follaba una pareja.

Ahí empezaba mi noche multiorgásmica. Pero eso, os lo cuento en otro relato.

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